jueves, 5 de marzo de 2015

LA REINA Y LA METEOROLOGÍA

foto tomada de la página profesormoriarty.blogspot.com
Conocer el tiempo, es decir saber si mañana tendremos un sol radiante o, por el contrario, nos caerán chuzos de punta, siempre ha sido una de las grandes inquietudes del ser humano. La prueba de ello es que desde tiempos muy remotos el hombre siempre ha mirado al cielo preguntándose que tiempo les haría al día siguiente. Algo que tiene mucha lógica ya que debemos pensar que, sobre todo, hace no tantos años, la tierra y sus frutos eran su mayor sustento; y precisamente del estado del tiempo dependía su vida y la de su familia.

Todos sabemos que los hombres de campo, agricultores, pastores etc. conocen o detectan mejor que nadie el estado de la meteorología. Siempre me produjo gran interés saber como se las arreglaban, para sin medio alguno; simplemente llevados por su experiencia, su sentido del olfato o su agudo sentido visual podían predecir el sol o la lluvia.

Incluso en nuestros días si nos perdemos por algún pueblecito remoto y nos paramos a hablar con alguno de los ancianos sentados en sus plazas, es probable que nos digan ante nuestro estupor que en breve nos va a caer un tunda de agua de no te meneés, a pesar de que tú, ciudadana urbanita donde las haya, mujer tecnológica cargada con todos los cachivaches modernos habídos y por haber; GPS, teléfono móvil de última generación y etc. etc, te quedes estupefacta contemplando un cielo completamente despejado y de un azul brillante y maravilloso.

No sé si esta misma inquietud se la produjo alguien a la reina Isabel II, pero lo cierto es que lo que, ahora tenemos por un invento moderno, no mucho más antiguo que la televisión en nuestro país, y vemos como si tal cosa que  cada día unos señores/as sonrientes te anuncian la marabunta que nos va a venir. Ahora que con solo un clic de ordenador podemos saber que tiempo vamos a tener en distintos lugares y con previsiones de hasta más de quince días, no es un invento tan actual ni es producto de nuestro siglo.

Un día como hoy 5 de marzo de 1860, la reina Isabel II, si la hija de Fernando VII, esa que levantó tantas pasiones, para mal, esa que hizo enfrentarse a un país en dos bandos, no por ella, hay que ser justos y la pobre tampoco tuvo la culpa de las triquiñuelas, los trampeos y la mala leche de su papi, El Deseado; inauguró la primera estación meteorológica española, institucionalizando este servicio y haciéndolo oficial en España.

Bendito siglo XIX, con todas sus cosas malas y buenas, con sus revoluciones, con sus primeros conatos feministas, con sus idas y sus venidas, sus constituciones, sus primeros intentos republicanos, sus consevadores y sus liberales, sus Prim, sus Cánovas, sus Serrano, sus Sagasta, sus sindicalistas... En fin que en mi humilde opinión todavía los hijos de la segunda mitad de siglo XX y los del XXI debemos mucho a nuestros tatarabuelos, que dieron los primeros pasos en tantas cosas que ahora vemos normales, y por supuesto, infinitamente más mejoradas.

Obvio que aquello sería irrisorio comparado con lo de ahora con todos los avances tecnológicos que facilitan nuestro día a día, pero no olvidemos que para todo avance es necesario un primer paso, y es indiscutible que los primeros pasos para todo lo que ahora forma parte de nuestra vida, los dieron nuestros antepasados hace más de ciento cincuenta años.

Aún así sigo mirando el cielo y preguntándome como sin todos esos trastos supermodernos, todavía queda gente que con solo oler el aire y mirar el cielo. sigue prediciendo de forma tan atinada si nos va a caer la del quince o nos vamos a torrar vivos como San Lorenzo en la parrilla.

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