martes, 17 de febrero de 2015

EL COLOR AMARILLO Y EL TEATRO

FOTO TOMADA DE WIKIPEDIA
Tal día como hoy, un 17 de febrero de 1673 fallecía uno de los escritores teatrales más grandes de todos los tiempos, Jean Baptiste Poquelin, este nombre puede sonar de algo, pero seguro que si les digo que fue más conocido como Molière, todos respirarán más tranquilos. Digo grande, porque su obra llegó muy lejos, y ha sido considerado el padre de la comedia francesa. Su particular y humorística visión de la realidad y su forma de pintar en forma de personajes un tanto cómicos e incluso rozando el esperpento los defectos humanos, le hizo muy popular en su tiempo.

El teatro ha sido quizá el espectáculo más olvidado durante el siglo XX, en gran parte debido al auge del cinematógrafo, que entró pisando fuerte y al alto coste de las producciones teatrales encarecía su coste y lo hacía inaccesible para ciertas clases sociales. El cine era mucho más barato, lo que le hacía más popular. Afortunadamente, en nuestros días, parece que se está comenzando a potenciar esta maravillosa industria que pone a prueba tanto a espectadores como a actores con espectáculo en directo. Nunca sabremos lo que puede dar de sí un actor que jamás haya pisado un teatro, en un escenario no se puede dar un corte si algo sale mal, ahí el espectador está presente y juzga en directo.

Pero no nos podemos olvidar que el teatro fue el sustento del espectáculo y la distracción en siglos anteriores, desde el siglo XVI hasta prácticamente el inicio de la industria cinematográfica fueron estos espectáculos montados en corrales, en solares, en plazas de pueblos los que entretuvieron a nuestros antepasados, donde lo mismo se daban cita las clases más elevadas: reyes, duques, y condes; con las menos privilegiadas: cocheros, lacayos, lavanderas, criados, herreros, etc. En lugares separados, eso sí y pagando distintos precios pero, unos sentados u otros de pie, todos participaban del mismo divertimento. No había otras diversiones con las que compartir, de ahí el auge de grandes autores teatrales y que muchos de ellos fuesen a la vez actores y dueños de la compañía, como por ejemplo Shakespeare. Desde el autor inglés pasando por Lope, Calderón y todos nuestros grandes escritores de nuestro Siglo de Oro, todos contribuyeron con su trabajo a divertir, entretener, y por qué no, acceder a un población que al parecer no era tan inculta como nos querían pintar, era mucho más inteligente de lo que se puede imaginar o nos han contado y apreciaban un arte GRANDE, efectivamente con mayúsculas porque hay que tener que tener mucho valor para enfrentarse cara a cara con un publico deseoso de criticar; no es lo mismo dar la cara frente a un número importante de espectadores que hacerlo a través de una gran pantalla donde nadie ve los fallos, las incongruencias y demás errores que son tan fáciles de cometer.

Luego llegaron los ilustrados, entre ellos Moliere, que además de autor era actor de sus propias obras. Como he dicho al inicio, tal día como  hoy  moría en un  escenario o dicho  de forma  más coloquial
con las botas puestas, como hizo el general Custer en "Little Big Horne", pero la diferencia está en que esa escena la hemos visto millones de veces en pantalla gigante o no tan gigante, mientras que Moliere murió de forma real y frente a su público, dando la cara y vestido de amarillo.

Este hecho caló tanto en la sociedad de su época y entre la gente de su profesión que el suceso se convirtió en mito y el mito en superstición, pocos actores, ahora mismo no podría nombrar a ninguno, han tenido la valentía o la inconsciencia de vestir este color ni dentro ni fuera de escena. Hay actrices que incluso no pueden soportar que les regalen flores amarillas. En fin, ya sea, superstición u otro tipo de elemento mental o emocional, lo cierto es que el teatro sigue siendo algo mágico, algo prodigioso que nos sigue emocionando, que sigue dejándonos con la boca abierta de ver como hay gente que sigue escribiendo o interpretando las maravillas que otros crearon hace tiempo y que siguen tocándonos la fibra más sensible.

¡ARRIBA EL TELÓN Y VIVA EL TEATRO!!

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