martes, 17 de marzo de 2015

VERGÜENZAS HISTÓRICAS

Foto tomada de www.celtoslavica.de

Tenemos muchas, demasiadas en la Historia y desde que el mundo es mundo se han cometido genocidios y matanzas debidas a diversas causas: raciales, sociales, económicas, religiosas... Aunque yo creo que el fondo es el mismo; tras una serie de ideas encubiertas o, solapadas con una buena dosis de fervor patrio, religioso etc., siempre ha habido el mismo interés. El interes del urto, de quedarnos con algo ajeno y, sobre todo el miedo ante lo desconocido; ante algo que nadie conoce pero que tiene una fuerza inmensa para captar a grupos de gente, lo que puede llevar a quitar el poder a quien lo tiene. En definitiva, ambición, poder; poder y ambición; lo mismo de siempre.

Ayer se cumplieron muchos años, demasiados para contarlos, de otro de esos hechos vergonzosos por los que tendríamos que sonrojarnos hasta la raiz del pelo. Un 16 de marzo de 1244, un día, no sabemos si lluvioso, ventoso o tan soleado como hoy un grupo de personas fueron inmoladas por tener ideas distintas y practicar la religión a su manera.

Me refiero a los cátaros, un grupo religioso completamente pacífico, pero separado de las doctrinas de la Santa, Católica y Apostólica Iglesia de Roma. No, los cátaros vivían la religión a su manera, eran unos místicos que creían en una religión pura y en que las almas podían entran en contacto directo con Dios desde el recogimiento y una vida frugal y virtuosa alejada de los excesos, que por aquella época, representaba la iglesia oficial. De hecho ellos no iban a las iglesias convencionales y su culto lo solía dirigir el más anciano de su comunidad. Y su jerarquía era sencilla: aprendices, maestros y grandes maestros.

Los cátaros rechazaban muchas de las creencias de la poderosa Iglesia Católica, no admitían el Antiguo Testamento, y del Nuevo, si bien creían en Jesucristo, rechazaban que este hubiera venido al mundo para redimir al hombre de sus pecados. Ellos creían que el sólo pretendía dejar una guía de actuación para que los humanos pudieran seguir su camino. Los cátaros rechazaban cualquier bien material y se centraban en la pureza del alma a través de sus acciones y de la luz de la pureza. Otra de sus particularidades fue que no hacían distinción entre hombres y mujeres, ya que éstas también podían alcanzar el rango de maestras o grandes maestras al igual que cualquier hombre; algo novedoso y peligroso para los garantes de las tradiciones. ¿Una mujer con el mismo poder de un hombre? ¡Ja! eso no podía ser sano.

Los cátaros se extendieron con facilidad por varios países, pero llegado el momento, fueron considerados peligrosos herejes y, por lo tanto, había que eliminarlos. Esto produjo un éxodo que les llevó a instalarse en Montsegur bajo la protección de los señores feudales del Languedoc —lo que hoy en día es el sur de Francia— (los Condes de Tolosa, los Condes de Foix, los Condes de Cominges, los Vizcondes de Carcasona e incluso la Corona de Aragón) que les dio cobijo y protección. (Recordemos que el Languedoc en aquella época tenía independencia de Francia y en todo caso algunos nobles, como los condes de Tolosa, rendían vasallaje al rey de Aragón) También hay que recordar que desde tiempos anteriores los nobles feudales del sur de Francia eran grandes defensores de la cultura, el arte y, todo lo novedoso fue siempre bien recibido, haciendo que sus habitantes fueran gentes mucho más abiertas y tolerantes. 

Pero el poder del rey de Francia se unió al del Papa y eso es mucho poder. Todos cerraron bandos contra los del sur y los cátaros y con el pretéxto de una guerra santa contra la herejía (lo que se conoció como la Cruzada Albigense) se produjo otra de las grandes vergüenzas históricas. Montsegur fue sitiado, y las constantes batallas debilitaron en demasía a los nobles del Languedoc, que finalmente, tuvieron que rendirse a los franceses. Los cátaros se vieron abandonados y no les quedó más remedio entregar la fortaleza, que durante un largo período de tiempo había sido inexpugnable.

Por supuesto que la iglesia les dió la oportunidad de retractarse de sus pecados para librarse de la hoguera, pero ellos prefirieron la muerte antes que dejar sus creencias. Ellos pensaban y sí que creían fervientemente que tras la muerte había otra vida mejor. Hombres, mujeres y niños fueron inmolados tras cánticos místicos y gloriosos, alabando a Dios y perdonando a sus ejecutores, voluntariamente, pacíficamente y sin oponer resistencia uno a uno se fueron entregando al fuego. Según textos que he leído, todos los que presenciaron esta escena sufrieron escalofríos.

¿Realmente el crimen realizado contra los cátaros fue simplemente por un tema religioso? Personalemente soy de la misma opinión que muchos estudiosos. Opino que esta lucha contra los cátaros fue una excusa del rey francés para hacerse con ese territorio del sur, y arrebar parte del vasallaje a la Corona de Aragón. algo que soñaban con hacer desde hacía tiempo. Evidentemente lo de la lucha contra los cátaros fue la excusa perfecta. Por otra parte, la iglesia andaba tras los pasos del llamado tesoro cátaro, algo de lo que se había corrido la voz y que probablemente, aunque muchos lo creyeran, no tenía nada que ver con lo material; ya que esto era algo que los cátaros rechazaban de plano.

Vamos que realmente la religión, poco o nada tiene que ver con estos temas, una vez más es el ansía de expansión, poder y riqueza  lo que mueve a la mano que mece la cuna.

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