jueves, 19 de febrero de 2015

HAY VECES QUE ZAPEAR SIRVE DE ALGO


Lo comprobé ayer cuando zapeando por pura desesperación y ya jurando en hebreo y preguntándome que para que narices servía tanto canal, me crucé nada menos que en Telemadrid, que no es precisamente una de mis cadenas amigas, con una película: "En la ciudad sin límites".

Al principio dije ¡Dios!, una coproducción hispano-argentina, ¡horror! pero aguanté unos cinco minutos y me di cuenta que la cinta me estaba enganchando. Lo que en principio tomé por un thriller con conspiración, espionaje, asesinato; resultó que al final no era nada de eso, un thriller sí, pero no hace falta una historia complicada para crear suspense, las emociones y la tensión también se pueden encontrar en la vida cotidiana.

A grandes rasgos la película cuenta la historia de una familia, la madre, sus tres hijos y sus nueras que se reúnen en París donde, Máximo, el cabeza de familia esta hospitalizado a causa de una enfermedad terminal. El anciano se siente acosado y dentro de su gravedad vive en alerta constante, sintiendo la paranoia de un mundo conspiratorio con la sospecha de que todos los que le rodean: familia, médicos y enfermeras están en su contra. Sólo Víctor, el menor de sus hijos, y precisamente el que lleva más tiempo viviendo lejos del círculo familiar, empieza a sospechar que tras los delirios de su padre hay un poso de realidad.

Simplemente con un número de teléfono que nadie atiende, dos botones de una vieja chaqueta y un nombre, "Rancel", de  quien nadie sabe nada, comienza sus indagaciones. Estas le llevan a averiguar el pasado de su padre, su juventud como miembro del partido comunista español exiliado en París, su convivencia con otros españoles en la misma situación y con su amante.

Víctor se da cuenta que llevado por un sentimiento de culpabilidad por su pasada cobardía, su padre navega en el pasado e intenta, en su presente, avisar a sus compañeros, viajeros en aquel tren, que no lo tomasen ya que su destino era el de la opresión y la tortura de la prisión.

A la vez mientras se desarrolla esta historia se dan unas leves pinceladas de la situación actual, tanto de la de Víctor, como de la de sus hermanos.

Una buenísima película que nos habla de temas tan normales y a la vez tan complicados como los de: las relaciones, los secretos de familia, la homosexualidad, la mentira, los recuerdos del pasado, los reencuentros, la cobardía, la traición, el sentimiento de culpa y también como no, la conspiración. Y lo hace con tal elegancia y sutilidad que no te das cuenta del fondo de la película hasta que no la terminas de ver, incluida la sorpresa final.

Tengo que destacar el papel de sus tres protagonistas principales: Leonardo Sbaraglia, Geraldin Chaplin y un brillante Fernando Fernán Gómez en una de sus últimas interpretaciones, y por supuesto, un elenco de actores secundarios que hacen un trabajo maravilloso.

Una muestra de que para hacer buen cine no es indispensable que sea una gran superproducción americana, ni tenga efectos especiales de última generación, con un bueno y perfectamente bien hilado guión, una interpretación más que sobresaliente y una buena fotografía se puede hacer un trabajo magnífico, uno de esos trabajos que te dejan el sabor agridulce de las historias que tocan el alma porque tras cada fotograma hay pura poesía.


NOTA: La foto de la película está tomada de la página "filmaffinity". La misma página que he enlazado en el nombre del film.

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